- Área: 1136 m²
- Año: 2009
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Fotografías: Rodrigo Dávila, Andrés Valbuena , Jorge Gamboa
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto nació del sueño de dos familias. Una la del arquitecto y la otra la de su hermana, cada una con cuatro miembros, padre madre y dos hijos de pocos años. Ambos tenían la ilusión de hacerse su propia casa. Cada una para que la familia pueda crecer allí, de manera independiente y de manera conjunta. Para que los primos se encuentren en el jardín. Para que las familias tengan la intimidad indispensable de una casa y al mismo tiempo puedan compartir el espacio y el tiempo si así lo quieren.
El lugar, un par de lotes esquineros en el barrio de casas “Santana” en el norte de Bogotá, en el pie de monte de los cerros que vigilan toda la ciudad de norte a sur, un poco más alto que el resto de la sabana, presenta vistas espectaculares hacia todos los puntos cardinales. El cerro virgen cercano está muy presente al oriente y tras de este amanece, los árboles viejos y altos del separador central de la avenida principal del barrio se sienten encima todo el tiempo, la ciudad se ve rasante a lo lejos hacia el occidente después del centro de manzana verde donde se pone el sol que es dorado al atardecer. Allí el arquitecto diseño dos casas familiares iguales, dos casas gemelas en un lugar especial de una ciudad que tiene un clima privilegiado pues su temperatura promedio es 15 grados centígrados, con un clima seco y un sol que enciende a la gente de ánimo o una lluvia benévola y vertical para mirarla. Donde la luz cambia mil veces durante el día, sin insectos, ideal.
Partido General del proyecto. Dos elocuentes contenedores en “L” de concreto que dependen cada uno del otro para poder vivir individualmente. Cada una de las casas, complementa a su vecina para conformar el espacio interior y tener intimidad y también para mirar hacia las múltiples e interesantes visuales circundantes.
La Forma. Cada una de las casas está conformada por dos contundentes contenedores de concreto que son la cascara de los espacios y que cierran o abren sus caras, sin ventanas, más bien con presencia o ausencia de muros. Estos muros o vanos en apariencia gruesos, por la distancia entre el borde y la estructura, se pliegan hacia dentro para que desde el exterior el concreto y la luz jueguen y para que los espacios en el interior enfaticen las visuales. El material se hace evidente y alardea su plasticidad al exterior. La madera expuesta complementa con su textura la dureza del concreto y aparece en paneles continuos y blandos expuestos a la intemperie. Una caja de concreto voladora resuelta por un doblez del contenedor conforma el estudio de los dueños. Para aislarse en la “casa en el aire” como decía Rafael Escalona, y tener soledad tan importante en la vida familiar.
La espacialidad. Los contenedores de concreto conforman los espacios exteriores e interiores del proyecto, los cuales tienen valores iguales, lo interior y lo exterior se complementan. El antejardín de cada casa se convierte en la antesala de entrada, para que esta sea lenta a partir de un recorrido que lleva hacia la puerta en un proceso de transición de lo público a lo íntimo. Frente a esta hay que detenerse en un pequeño zaguán, para golpear y esperar. Al entrar aparece de repente el patio central verde y sorprendente, conformado por muros cerrados del vecino y muros abiertos de la propia casa cuya zona social se prolonga al exterior. Desde allí ya no se ve la calle. Se ven los arboles, las montañas o el cielo robados astutamente por el patio. La ciudad ya no existe y el patio ordena cada una de las casas.
De los espacios interiores vale la pena destacar el salón de doble altura atravesado por un puente que lleva al estudio privado y abierto en su totalidad al patio o el estar familiar de altura y media que se constituye en la rótula de la casa, en el lugar de encuentro de todos, con el cerro muy presente o el comedor que aprovecha la dilatación del estudio para robarse cortes de vegetación que es un lugar para hacer largas sobremesas con la vegetación que se mete por la ventana y que mira al espejo de agua. También el baño principal que aprovecha la visual al centro de manzana.
El uso. Cada una de las casas vive del patio central en el primer piso y de las vistas al entorno en el segundo. De esta forma un ala de la “L” es para lo social la cual está doblada para conformar el estudio y la doble altura y la otra al de “L” es para lo privado, para las alcobas. En la unión de las dos está el estar familiar, rotula de cada una de las casas. Cada casa tiene su propia intimidad pues nunca se enfrentan, se miran de lado con pudor. Cuando las casas se encuentran en el fondo del predio configuran un espacio exterior para los niños, para que ellos, los primos y los amigos se encuentren siempre.
La técnica. Las casas son unos contenedores de Concreto ocre que no tocan el piso y cuya cascara está separada de la estructura tradicional de pórticos de concreto, para que la piel sea manipulable y para que la fachada sea ancha lo cual permite generar muros que juegan con la luz. Las divisiones interiores son blandas, en yeso y madera para que con el paso del tiempo la distribución interior sea fácilmente adaptable a los cambios familiares. La casa es como una maleta, como una valija para el viaje de la vida. El exterior es duro y contundente y en el interior las cosas son blandas y se pueden meter o sacar, para que la casa cambie con la familia.